Las consultoras privadas han entregado sus informes preliminares al Palacio de Hacienda y el consenso es unánime: la inflación de noviembre de 2025 habría perforado el piso del 2,5%, ubicándose en un rango histórico para la última década. La estabilidad cambiaria, con un dólar oficial que se mueve apenas al 1% mensual y una brecha inexistente, ha funcionado como un ancla formidable para los precios de los alimentos y bienes transables. Si el INDEC confirma este dato a mediados de mes, el Gobierno podrá exhibir una inflación anualizada de un dígito bajo para el arranque de 2026.
Sin embargo, la “inflación de servicios” sigue siendo el hueso duro de roer. Mientras los productos en góndola muestran estabilidad (y en algunos casos deflación por caída de consumo), los servicios privados —educación, salud y logística— continúan indexándose por encima del promedio, intentando recuperar margen de rentabilidad en dólares. El equipo económico celebra el dato general, pero advierte a las empresas que no validará aumentos desmedidos en el verano.
El desafío ahora es diciembre. Con el ajuste estacional de tarifas y el pago de aguinaldos que vuelca pesos a la calle, el último mes del año suele tener un recalentamiento natural de precios. El objetivo oficial es que este repunte sea transitorio y no contamine las expectativas para enero, mes clave para las paritarias del sector privado.








